El otro día, Jolie Mejía y su familia decidieron visitar Punta Negra, una pequeña comunidad costera cerca de su casa en Perú.
Fue allí, a lo largo de una costa rocosa con vistas al mar, que llegaron a conocer una historia de amor en estado puro.
Después de que Mejía y su familia se instalaron a lo largo de la orilla, se les acercó un perro al azar que parecía estar solo.
“Él no parecía abandonado. Llevaba una riñonera al cuello y su pelaje estaba limpio”, dijo Mejía a The Dodo. “Lo acaricié, esperando a su dueño, pero pasaron los minutos y nadie vino”.
El perro disfrutó de las mascotas de Mejía, pero todo el tiempo su mirada permaneció fija en el océano.
Y Mejía no tardó en enterarse del conmovedor porqué.
Mejía y su familia consideraron adoptar al perro ellos mismos, asumiendo que efectivamente había sido abandonado. Entonces, cuando un hombre de la zona caminó, Mejía le preguntó si conocía el estado del perro.
“Explicó que prácticamente todos en el área conocen al perro y le tienen mucho cariño”, dijo Mejía. “Nos dijo que el dueño del perro era un pescador que falleció hace algún tiempo, y que el perro viene todos los días a la pesca y mira hacia el mar”.
El perro, al parecer, ha estado sosteniendo ʋigil, esperando el regreso de su amigo que nunca volverá a casa.
“Estábamos muy emocionados”, dijo Mejía.
Mejía cree que el dueño del perro murió en el mar hace un año y que el perro lo ha estado cuidando todos los días desde entonces.
Pero aunque el dueño del perro nunca regrese, el perro no carece de amigos que lo cuidan.
La triste historia del perro es evidentemente conocida por las personas de la comunidad, quienes lo alimentan, lo cobijan y le brindan atención médica cuando la necesita.
Un veterinario local en Punta Negra confirmó a El Dodo que el nombre del perro es Vaguito, y que actualmente está al cuidado de una mujer que yace cerca.
Al final del día, Mejía y su familia finalmente se separaron de Vaguito, quien todavía miraba hacia el mar. Pero su historia agridulce, una de lealtad a un amor que perdió, y la lealtad y el amor que encontró en la comunidad, es algo que ella no olvidará pronto.
“Tengo un perro en casa”, dijo Mejía. “Me encantan los perros en general. Su historia realmente tocó mi corazón”.